Hoy estreno ciudad erasmus. O mejor dicho: Bruselas parece otra cuando sale el sol. Tiene otra vida, otro ritmo, otro sonido. Como tantos belgas, mi compañera de piso lo reconoce: “Es verdad, cambiamos nuestra rutina”. Y sigue preparándose el picnic para ir a comer al aire libre.
No sé muy bien de dónde sale tanta gente, pero los habitantes de Bruselas monopolizan las terrazas de los bares, ocupan plazas, huyen a los grandes parques y se quitan de golpe dos capas de ropa.
Se oye un concierto de cláxones. ¿En domingo por la tarde? Sí, en una radiante tarde dominical. No se quejan: aplauden. Una decena de acróbatas ofrecen su espectáculo a los conductores parados en los semáforos de un concurrido cruce. Trabajan con soltura y rapidez. Me dicen que son jóvenes viajeros que se ganan unos euros para ir de ciudad en ciudad. “La mayoría somos circenses”, comenta uno de ellos con acento argentino.
Y me adentro en Bois de la Cambre, el mayor parque de la ciudad con 123 hectáreas, creado en 1862 y algo mayor que el Retiro de Madrid. Hockey, fútbol, gritos infantiles y parejas con el chip romántico activado. Una familia se autosomete a una sesión fotográfica, y un jinete aparece entre la arboleda, y un niño me acompaña hasta al lago central.
“Los meteorólogos se suelen equivocar. Aprovechamos al máximo el sol, porque no sabemos si al día siguiente lucirá”, comentan en Bruselas. Una ciudad con vocación de cielo gris y una temperatura anual media de 10 grados. Su típica lluvia fina lleva a la ciudad a promediar entre 800 y 1000 mm de agua caída por año, y la condena a no superar las 1.504 horas de sol anuales. En otras palabras: de media, Bruselas tendría cuatro horas de sol al día.
Hoy, rodeado de luz y vida, la estadísticas climatológicas no me asustan. Estoy contento y bien acompañado en el parque. Dicen que un foráneo se ha integrado en Bruselas cuando consigue que el sol le trastorne el ánimo y le altere la rutina. Como diría el refranero belga: “¡A vivir, que es un día!”.
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Parecido en la capital francesa. A mi, París sólo me rima con gris, y sin embargo, estos últimos días la primavera nos ha regalado luz y cielo azul. Pero se que no es lo normal. Además, los parisines advierten: el calor del verano es insoportable y la gente que puede huye de la ciudad. Vaya, que los meses de primavera parecen ser los mejores. Parques llenos, yerba verde, gente tumbada al lado del Sena.. París de postal para el que pueda permitirse parar y disfrutar. Porque ahí afuera sigue el ritmo frenético y las huelgas de trasnportes. Hoy miraba al cielo asombrada del calor que hacía mientras me comía mi primer helado del año. Pensaba en Ryan: él no debe estar tan contento como yo con un cielo tan despejado... bon courage!
ResponderEliminarY por cuarto día consecutivo, el sol sigue brillando en el cielo de Bruselas. Si no lo veo no lo creo.
ResponderEliminarYo, que tanto me gusta la primavera y que tanto frío he pasado durante este invierno belga, tuve que frotarme los ojos al ver los 22º que este fin de semana marcaba el termómetro.
Tienes razón, estos días estamos descubriendo otra ciudad sin habernos movido de donde aterrizamos hace ya casi ocho meses. En sólo cuatro días he conocido el mercado de Flagey, el de Gard du Midi, he salido a correr dos veces por los Étangs d'Ixelles dejando atrás la pereza que me invade cuando hace mal tiempo, me he tumbado en el césped del Bois de Cambre (qué casualidad, yo también con una compañía inmejorable), he descubierto el parque Leopold y he pedido prestada a un amigo su bici. El buen tiempo me activa y Bruselas me gusta más en manga corta.
Nuestro gran amigo Ryan no nos ha dejado volar, pero yo se lo perdono, se ha portado demasiado bien con nosotros durante estos meses.
Qué Gran Verdad!
ResponderEliminarHoy he estado en Brujas y hacía un día precioso!!! :D
Pues estaban todos fueraaaaaaaa!!!
En las terrazas, en la plaza...
Sin embargo, cuando hemos llegado que estaba el día más tapado no había nadie! Y despues salían de debajo de las piedras!!!! xDDD